Hace muchos años que soy adicta al estampado animal en mi vestuario. Recuerdo un pañuelo de gasa estampado leopardo en tonos marrones y negros que mi madre compró en Bañón y que utilizamos muchísimo a principios de los noventa. Desde entonces, en mayor o menor medida, casi todas las temporadas he usado este print: en el forro de un abrigo, camisas, sueters, pantalones o vestidos. Estos últimos años también en complementos: bolsos, cinturones y, sobre todo, bailarinas. Recuerdo que las primeras que tuve fueron unas de pelo de Zara. Tardé un año en utilizarlas porque me hacían un daño horrible. Pero o ellas o yo. Todavía las tengo. Repetí con otras de Massimo Dutti.
Pensando ya en la primavera me compré un blusón de Kookai con estampado leopardo, pero en dos colores mucho más alegres: fondo rojo y estampado azul klein. Me encantó la combinación y de esta forma romper con el monocolor de mi armario. Como no he podido resistirlo lo estrené al día siguiente con leggins y sueter de cuello vuelto para aplacar el frío del invierno.
Y aunque siempre relacionamos más este estampado con la temporada O/I lo sigo viendo en las revistas de moda para la primavera que estamos a punto de empezar.
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